Abandonar el Club de los Corazones Solitarios

Aprender a amar

HAY QUE ENTENDER UNA CUESTIÓN MUY COMPLEJA e intrincada: cuando no estás enamorado, estás aislado. Cuando estás enamorado, realmente enamorado, estás en soledad. El aislamiento es tristeza; la soledad no es tristeza. El aislamiento provoca el sentimiento de estar incompleto. Necesitas a alguien y la persona a la que necesitas no está ahí. El aislamiento es oscuridad, sin ninguna luz. Una casa oscura, siempre esperando a que venga alguien y encienda la luz. La soledad no es aislamiento. La soledad conlleva la sensación de que estás pleno. No necesitas a nadie, tú solo te bastas. Y eso ocurre en el amor. Los amantes alcanzan la soledad. A través del amor alcanzas tu profunda plenitud.

El amor te hace pleno. Los amantes se comparten mutuamente, pero no porque lo necesiten sino porque rebosan energía. Dos personas que se hayan sentido aisladas pueden firmar un contrato, pueden unirse. Pero no son amantes, recuerda. Permanecen aisladas, pero ahora, gracias a la presencia de la otra persona, no sienten ese aislamiento; eso es todo. En cierto modo se engañan a sí mismos. Su amor no es más que un engaño para decirse a sí mismos: “No estoy solo, aquí hay otra persona”.

Cuando dos personas aisladas se unen, su aislamiento se duplica, o incluso se multiplica. Eso es lo que ocurre normalmente. Cuando estás solo te sientes aislado y cuando mantienes una relación te sientes infeliz ninguna relación se siente solo, y busca a alguien con quien relacionarse. Cuando mantiene una relación con otra persona, empieza el sufrimiento; empieza a sentir que estaba mejor solo; esto es insoportable. ¿Qué es lo que ocurre? Dos personas aisladas es decir, dos personas deprimidas, tristes, infelices se encuentran y la infelicidad se multiplica. ¿Cómo pueden dos fealdades volverse bellas? ¿Cómo pueden dos aislamientos reunidos provocar una sensación de plenitud? Es imposible.

Se aprovechan el uno del otro, en cierto modo intentan engañarse a sí mismos relacionándose con la otra persona, pero ese engaño no llega muy lejos. Una vez que ha terminado la luna de miel también se termina el matrimonio. No es más que una ilusión temporal. El auténtico amor no es una búsqueda para combatir la soledad. El auténtico amor consiste en transformar el aislamiento en soledad, en ayudar a la otra persona. Si amas a una persona, la ayudas a estar sola. No intentas llenarla. No intentas completar a la otra persona con tu presencia. La ayudas a estar sola, a estar tan llena de sí misma o de su propio ser que no te necesite.

Cuando una persona es completamente libre, puede compartir; es el fruto de esa libertad. Entonces da mucho, pero no es una necesidad; da mucho, pero no supone una negociación. Da mucho porque tiene mucho. Da porque disfruta dando. Los amantes están solos, y un verdadero amante nunca destruye tu soledad. Siempre será totalmente respetuoso con tu individualidad, con tu soledad. Es sagrada. No interferirá en ella, no intentará entrometerse en ese espacio. Sin embargo, normalmente, los amantes, los denominados “amantes”, tienen mucho miedo a la soledad de la otra persona, a su independencia.

Tienen miedo porque creen que si la otra persona es independiente, no les necesitará, se deshará de ellos. Así que la mujer no hace más que intentar controlarlo todo para que su marido o su novio siga siendo dependiente. Tiene que necesitarla siempre, para que ella siga siendo valiosa. Y el hombre no hace más que intentar lo mismo por todos los medios posibles, para que siga siendo valioso. El resultado es una transacción, no es amor,  y hay luchas y peleas continuas. La lucha se establece porque todo el mundo necesita libertad. El amor permite la libertad; no solo la permite, sino que la refuerza. Todo aquello que destruya la libertad no es amor. Será otra cosa. El amor y la libertad van juntos, son dos alas de un mismo pájaro. Siempre que. Esta es una observación cotidiana.

Cuando uno no está manteniendo veas que tu amor va en contra de tu libertad, debes saber que estás haciendo otra cosa en nombre del amor. Permite que este sea tu criterio a seguir: la libertad es el criterio; el amor te da libertad, te hace libre, te libera. Y una vez que eres totalmente libre, te sientes agradecido a la persona que te ha ayudado. Ese agradecimiento es casi religioso. Sientes que en la otra persona hay algo divino. Él te ha hecho libre, ella te ha hecho libre, y el amor no se ha convertido en posesión. Cuando el amor se deteriora se convierte en posesión, celos, lucha por el poder, política, dominación, manipulación; mil cosas, todas ellas horribles. Cuando el amor se eleva a las alturas, al cielo más puro, es libertad, libertad absoluta.

Si estás enamorado con este amor del cual estoy hablando, tu amor ayudará a la otra persona a estar integrada. Tu amor se convertirá en una fuerza cimentadora para la otra persona. A través de tu amor, la otra persona se convertirá en un todo, único e individual, porque tu amor le dará libertad. Bajo el paraguas de tu amor, bajo la protección de tu amor, la otra persona comenzará a crecer. Todo crecimiento necesita amor, pero amor incondicional. Si el amor impone condiciones, el crecimiento no podrá ser total porque esas condiciones se interpondrán.

Ama incondicionalmente, no pidas nada a cambio. Recibirás mucho sin necesidad de pedirlo lo convertirías en otra cosa, pero no seas un mendigo. En el amor, sé un emperador. Solamente da y observa qué ocurre: recibirás mil veces más. Pero tienes que aprenderte el truco. De lo contrario seguirás siendo un avaro; darás un poco y esperarás recibir algo, y esa espera y esa expectación destruirán toda la belleza de tus actos. Cuando estás aguardando y esperando, la otra persona siente que eres un manipulador. Puede que lo diga o puede que no, pero siente que eres un manipulador.

Y cuando uno siente que la otra persona está intentando manipularla, se rebela contra ello porque va contra la necesidad interior del alma, ya que cualquier exigencia que provenga del exterior te desintegra. Cualquier exigencia del exterior te divide. Cualquier exigencia del exterior es un crimen contra ti, porque contamina tu libertad. Entonces ya no eres sagrado. Ya no eres el fin, estás siendo utilizado como un medio. Y el acto más inmoral del mundo consiste en utilizar a otra persona como un medio. Cada ser es un fin en sí mismo. El amor te trata como un fin en ti mismo. No tiene que arrastrarte ninguna expectación.

Así que hay que tener presentes algunas cosas. Una de ellas es amar, pero no como una necesidad sino como un compartir. Ama, pero no esperes; da. Ama, pero recuerda que tu amor no debería convertirse en una prisión para la otra persona. Ama, pero sé muy cuidadoso, estás pisando un terreno sagrado. Estás dirigiéndote hacia el templo más alto, más puro y más sagrado. ¡Mantente alerta! Deja todas las impurezas fuera del templo. Cuando ames a una persona, ama a esa persona como si fuera un dios, ni más ni menos. Nunca ames a una mujer como mujer, ni a un hombre como hombre porque si amas a un hombre como hombre tu amor será muy ordinario.

Tu amor no será más que lujuria. Si amas a una mujer como mujer, tu amor no se elevará muy alto. Ama a una mujer como a una diosa, y el amor se convertirá en adoración. En el tantrismo, el hombre que va a hacer el amor con una mujer tiene que haberla adorado durante meses como si fuera una diosa. Tiene que visualizar en esa mujer a la diosa madre. Cuando la visualización se vuelve completa, cuando no hay deseo, cuando al ver a la mujer sentada desnuda frente a él, solo siente una energía divina y no siente ningún deseo, entonces, la forma de la mujer se vuelve divina, se interrumpe el pensamiento y solo se siente reverencia; solo entonces se le permite hacer el amor.

Parece absurdo y paradójico. Cuando no hay necesidad de hacer el amor, se le permite hacer el amor. Cuando la mujer se ha convertido en una diosa, entonces se le permite hacer el amor porque ahora el amor podrá elevarse, el amor se convertirá en un clímax, en un crescendo. Ya no será terrenal, ya no será de este mundo; no serán dos cuerpos, serán dos seres. Será una unión de dos existencias. Se unirán dos almas, se fundirán, se mezclarán, y ambos saldrán de esa experiencia tremendamente solos. La soledad significa pureza. La soledad significa que soló estás tú y nadie más. La soledad significa que eres oro puro; únicamente oro y nada más, solo tú. El amor te hace solitario. Desaparecerá el aislamiento, pero surgirá la soledad.

El aislamiento es un estado en el que te sientes enfermo contigo mismo, aburrido de ti mismo, cansado de ti mismo, y quieres ir a alguna otra parte, olvidarte de ti y relacionarte con otra persona. La soledad es cuando estás emocionado por el simple hecho de ser. Eres dichoso por el simple hecho de ser tú mismo. No necesitas ir a ninguna parte. Ha desaparecido la necesidad, te bastas a ti mismo. Sin embargo, ahora surge algo nuevo en tu ser. Tienes tanto que no puedes contenerlo. Tienes que compartir, tienes que dar. Y sea quien sea aquel que acepte tu regalo, sentirás agradecimiento hacia él.

Los amantes se sienten agradecidos de que su amor haya sido aceptado. Lo agradecen porque estaban demasiado llenos de energía y necesitaban otra persona sobre quien derramar esa energía. Cuando la flor eclosiona y exhala su fragancia a los vientos, da gracias a los vientos. La fragancia se estaba haciendo cada vez más pesada para la flor. Se estaba convirtiendo en una carga. Es como si una mujer estuviera embarazada y después de nueve meses el niño todavía no hubiera nacido, se estuviera retrasando. Ahora se siente muy cargada: quiere compartir el niño con el mundo.

Ese es el significado del nacimiento. Hasta ahora la mujer ha estado llevando al niño en su interior, no era de nadie más, solo suyo. Pero ahora ya no es posible; ya no puede contenerlo. Tiene que compartirlo; tiene que compartir el niño con el mundo. La madre tiene que dejar a un lado su avaricia. Una vez que el niño está fuera del vientre, ya no es de la madre; se irá marchando poco a poco, muy lejos. Entrará a formar parte del gran mundo. Lo mismo ocurre cuando la nube está cargada de agua y preparada para descargarla, y cuando se derrama, cuando llueve, la nube se siente aliviada, feliz y agradecida a la tierra sedienta porque haya aceptado la lluvia.

Existen dos tipos de amor. Uno es el amor que aparece cuando te sientes aislado: te acercas a la otra persona por necesidad. El otro tipo de amor surge cuando no te sientes aislado sino solo. En el primer caso lo haces para obtener algo a cambio; en el segundo lo haces para dar algo. Aquel que da es un emperador. El amor que surge de la soledad no es un amor corriente. No tiene nada que ver con la lujuria; al contrario, es la gran transformación de la lujuria en amor. Y el amor te hace individual. Si no te hace individual, si intenta convertirte en un esclavo, no es amor; es odio que pretende ser amor. Ese tipo de amor, mata, destruye la individualidad de la otra persona. Hace que seas menos que un individuo.

Te empuja hacia abajo. No te ensalza, no te vuelves grácil. Te empuja hacia el barro, y todo aquel que está atrapado en ese tipo de relación comienza a sentir que se está estableciendo en algo sucio. El amor debería darte libertad; no te conformes nunca con menos. El amor debería hacerte completamente libre, un vagabundo en el cielo de la libertad, sin raíces que lo apeguen a ninguna parte. El amor no es apego, el deseo sí. La meditación y el amor son las dos formas de alcanzar la individualidad de la que estoy hablando. Ambas están profundamente relacionadas. De hecho, son dos caras de la misma moneda: el amor y la meditación.

Si meditas, tarde o temprano te encontrarás con el amor. Si meditas profundamente, tarde o temprano comenzarás a sentir que nace en ti un gran amor que hasta entonces desconocías: una nueva cualidad de tu ser, una nueva puerta que se abre. Te has convertido en una nueva llama y ahora quieres compartir. Si amas profundamente, poco a poco te darás cuenta de que tu amor se está volviendo cada vez más meditativo. Comienza a inundarte un silencio sutil. Están desapareciendo los pensamientos, están surgiendo espacios, silencios. Estás rozando tu propia profundidad.

Cuando el amor recorre el camino adecuado te hace meditativo. Cuando la meditación recorre el camino adecuado te hace amoroso. No se puede luchar de forma directa contra la oscuridad del aislamiento. Es esencial que toda persona comprenda que hay algunas cosas fundamentales que no se pueden cambiar. Esta es una de esas cosas fundamentales: que no puedes luchar directamente contra la oscuridad, no puedes luchar directamente contra el aislamiento, no puedes luchar directamente contra el miedo a estar incomunicado. Ello se debe a que todas estas cosas no existen, no son más que ausencias de algo, al igual que la oscuridad es la ausencia de luz.

Puedes luchar contra esa oscuridad toda tu vida y no tendrás éxito, pero basta una pequeña llama para que se disipe. Tienes que trabajar para conseguir luz porque es positiva, existencial, existe por sí sola. Una vez que llega la luz, todo aquello que era la ausencia de esta, desaparece automáticamente. El aislamiento es similar a la oscuridad. Tú no conoces tu soledad. No has experimentado tu soledad y su belleza; su gran potencia, su fuerza. En los diccionarios aislamiento y soledad son sinónimos, pero la existencia no obedece a los diccionarios. Y todavía no hay nadie que haya intentado hacer un diccionario existencial que no contradiga a la existencia.

El aislamiento es una ausencia, porque eres consciente de tu soledad. Tienes miedo. Te sientes aislado, por eso quieres apegarte a algo, a alguien, a alguna relación, simplemente aferrarte a la ilusión de que no estás aislado. Pero sabes que lo estás, de ahí el sufrimiento. Por otro lado, te estás apegando a algo que no es real, que no es más que una solución temporal; una relación, una amistad. Sin embargo, mientras vives esa relación te creas una breve ilusión y olvidas tu aislamiento. Pero ese es el problema: a pesar de que puedes olvidar por un momento tu soledad, de repente, justo al momento siguiente eres consciente de que la relación o la amistad no es permanente.

Ayer no conocías a ese hombre o a esa mujer, erais extraños. Hoy sois amigos; mañana, ¿quién sabe? Puede que mañana volváis a ser extraños; de ahí el sufrimiento. La ilusión te proporciona cierto consuelo, pero no puede crear la realidad que haga desaparecer el miedo. Reprime el miedo, de modo que en la superficie te sientes bien; al menos, intentas sentirte bien. Finges sentirte bien contigo mismo; qué relación tan maravillosa, qué maravilloso es ese hombre o esa mujer. Pero detrás de la ilusión y la ilusión es tan fina que puedes ver lo que hay detrás hay dolor en tu corazón, porque el corazón sabe perfectamente que puede que mañana las cosas no sean iguales, y no lo serán.

Toda tu experiencia vital confirma que las cosas no hacen más que cambiar. Nada es permanente; no puedes apegarte a nada en un mundo cambiante. Querías hacer de la amistad algo permanente, pero tu deseo va en contra de la ley del cambio, y esa ley no va a hacer excepciones. Simplemente sigue su curso. Cambiará, todo cambiará. Quizá a la larga, llegue un día en el que entiendas que el hecho de que la existencia no te escuchara, de que no te hiciera caso y siguiera a su manera, y no actuara de acuerdo con tu deseo, fue positivo. Puede que necesites un poco de tiempo para comprenderlo. Te gustaría que este amigo lo fuera para siempre, y sin embargo, mañana se convierte en un enemigo. O simplemente te dice “¡Olvídame!” y ya no está contigo.

Pero hay otra persona, un ser muy superior, que llena su hueco. Entonces, de repente, te das cuenta de que fue positivo que la otra persona te olvidara; de lo contrario habrías seguido apegada a ella. Sin embargo, a pesar de ello, esa lección nunca cala tan hondo como para que no sigas exigiendo la permanencia. Empezarás a exigir permanencia a este nuevo hombre, a esta nueva mujer: ahora no debería cambiar. En realidad, no has aprendido la lección de que el cambio es el auténtico tejido de la vida. Tienes que entenderlo y asumirlo. No te crees ilusiones, no te ayudarán. Sin embargo, la gente crea ilusiones de todo tipo.

Conocía a un hombre que me dijo: “Yo solo confío en el dinero, en nada más”. Yo le respondí: “Estás haciendo una afirmación muy seria”. Él me replicó: “Todo cambia. No puedes confiar en nadie. Y a medida que envejeces, el dinero es lo único que es tuyo. Nadie se preocupa por ti, ni siquiera tu hijo, ni siquiera tu mujer. Si tienes dinero, todo el mundo se preocupa por ti, todos te respetan porque tienes dinero. Si no tienes dinero, te conviertes en un mendigo”. Su afirmación de que la única cosa en la que se podía confiar en el mundo era en el dinero, era fruto de una larga experiencia de la vida, de haber sido engañado una y otra vez por las personas en las que confiaba.

Él creía que lo amaban pero solo estaban a su alrededor por el dinero. Pero yo le dije: “Sin embargo, en el momento de la muerte, el dinero no estará contigo. Puedes crearte la ilusión de que al menos el dinero está contigo, pero en cuanto dejes de respirar ya no estará contigo. Habrás ganado algo pero lo dejarás a este lado; no podrás llevártelo más allá de la muerte. Caerás en un profundo aislamiento que has estado ocultando bajo la fachada del dinero”. Hay personas que buscan el poder pero la razón es la misma: cuando tienen poder hay mucha gente que está con ellas, millones de personas que están bajo su dominación.

No están solas. Son líderes políticos y religiosos importantes. Pero el poder cambia. Un día lo tienes y al día siguiente ya no lo tienes, y de repente, desaparece toda la ilusión. Estás más aislado que nadie, porque los demás al menos se han acostumbrado a estar aislados. Pero tú no lo estás, de modo que tu aislamiento te hace más daño que a ellos. La sociedad ha inventado mecanismos para que puedas olvidar tu aislamiento. Los matrimonios concertados no son más que un esfuerzo para que sepas que tu mujer está contigo.

Todas las religiones se resisten al divorcio por la sencilla razón de que si se permite el divorcio, se destruye el propósito fundamental por el que se inventó el matrimonio. El propósito fundamental era darte un compañero, un compañero para toda la vida. Pero aunque tengas una mujer o un marido durante toda la vida, no significa que el amor siga siendo el mismo. De hecho, más que darte un compañero, te cargan con un peso. Antes estabas aislado y ya tenías problemas, pero ahora tienes que cargar con otra persona que está aislada.

En una vida así no hay esperanza, porque una vez que desaparece el amor, ambos estáis aislados, y tenéis que soportaros el uno al otro. Ya no se trata de estar embelesado por la otra persona; como mucho os soportaréis pacientemente. La estratagema social del matrimonio no ha modificado tu aislamiento. Las religiones han intentado convertirte en miembro de una religión organizada para que seas siempre parte de una multitud. Sabes que hay miles de católicos; no estás solo, millones de católicos están contigo. Jesús es tu salvador. Dios está contigo. Quizá si estuvieras solo te habrías equivocado, habría surgido la duda, pero millones de personas no pueden estar equivocadas.

Es un pequeño apoyo, e incluso ese ha desaparecido, porque hay millones de personas que no son católicas. Están los que crucificaron a Jesús y las personas que no creen en Dios. Y no son menos que los católicos, son más. Existen otras religiones con otros conceptos distintos. Para una persona inteligente resulta difícil no dudar. Puedes ver que millones de personas siguen determinada fe, y a pesar de todo no estar seguro de que estén contigo, de que no estés aislado. Dios era un recurso, pero todos los recursos han fallado. Era un recurso... cuando no hay nadie más, al menos Dios está contigo.
El siempre está contigo. En la noche oscura del alma, el está contigo, así que no te preocupes. A una humanidad infantil le sirvió que la engañaran con este concepto, pero a ti no pueden engañarte. Tú no puedes ver, no puedes hablar, no puedes tocar a ese Dios que siempre está ahí. No tienes ninguna evidencia de su existencia excepto tu deseo de que esté ahí. Pero tu deseo no prueba nada. Dios no es más que el deseo de una mente infantil. El hombre ha alcanzado la mayoría de edad, y Dios ha dejado de tener sentido. La hipótesis ha perdido su gancho. Lo que estoy intentando decir es que todos los esfuerzos que se han hecho para evitar el aislamiento han fallado, y seguirán fallando porque van en contra de los fundamentos de la vida.

Lo que hace falta no es algo que te permita olvidar tu aislamiento. Lo que hace falta es que seas consciente de tu soledad, que es una realidad. Es maravilloso experimentarla y sentirla porque te libera de la multitud, del otro. Es tu libertad ante el miedo a estar aislado. La misma palabra “aislado” te recuerda inmediatamente que es como una herida: hace falta algo para llenarla. Hay un vacío y hiere, hace falta poner algo en ese hueco. La palabra “soledad” no tiene el sentido de herida, de un hueco que hay que llenar. Soledad simplemente significa plenitud. Tú eres un todo, no hace falta que nadie más te complete.

Así que intenta encontrar tu centro más profundo, en el que estás realmente solo, en el que siempre has estado solo. En la vida, en la muerte, estés donde estés, estarás solo. Pero es algo pleno; no es algo vacío, es algo tan pleno, tan completo y tan rebosante de todos los fluidos de la vida, de todas las bellezas y bendiciones de la existencia que una vez que hayas probado la soledad desaparecerá el sufrimiento del corazón. En su lugar habrá un nuevo ritmo lleno de dulzura, paz, alegría y dicha. Eso no significa que una persona que esté centrada en su soledad, completa en sí misma, no pueda tener amigos. En realidad, esa es la única persona que puede tener amigos, porque ahora ya no es una necesidad, es un compartir.

Tienes mucho que compartir. Y cuando compartes, ni siquiera surge el apego. Fluyes con la existencia, fluyes con los cambios de la vida, porque da igual con quién la compartas. Puede que mañana sea la misma persona incluso la misma toda la vida o pueden ser diferentes personas. No es un contrato, no es un matrimonio; únicamente quieres dar porque estás lleno. Así que das a todo aquel que está cerca de ti. Y dar supone una gran dicha. Mendigar es algo muy triste. Aunque consigas algo mendigando, seguirás estando triste. Es algo que hiere. Hiere tu orgullo, hiere tu integridad.

En cambio, compartir te hace estar más centrado, más integrado, más orgulloso; pero no más egoísta, simplemente orgulloso de que la existencia haya sido compasiva contigo. No se trata del ego; es un fenómeno completamente distinto, un reconocimiento de que la existencia te ha permitido algo que millones de personas están intentando hacer, pero ante una puerta equivocada. Tú estás en la puerta correcta. Estás orgulloso de tu dicha y de todo lo que la existencia te ha dado. Desaparece el miedo, desaparece la oscuridad, desaparece el dolor, desaparece el deseo del otro. Puedes amar a una persona, y si esa persona ama a otra, no sentirás celos, porque tu amor nacía de una gran dicha. No era apego, no estabas manteniendo a la otra persona en una prisión.

No te preocupaba que la otra persona se te escapara de las manos, de que otra persona pudiera iniciar una relación amorosa con ella. Cuando estás compartiendo tu alegría, no creas una prisión para nadie. Simplemente das. Ni siquiera esperas la gratitud o el agradecimiento de nadie porque no estás dando para conseguir algo, ni siquiera gratitud. Estás dando porque estás tan lleno que tienes que dar. Así que no voy a decirte nada acerca de tu aislamiento. Busca tu soledad. Olvídate del aislamiento, olvídate de la oscuridad, olvídate del dolor. No son más que la ausencia de soledad; la experiencia de la soledad las disipará inmediatamente.

El método es el mismo: simplemente contempla la mente, sé consciente. Sé cada vez más consciente, de modo que al final solo seas consciente de ti mismo. Ese es el momento en el que eres consciente de la soledad. Intenta siempre pensar en si aquello a lo que te estás enfrentando como un problema es algo negativo o positivo. Si es negativo, no luches contra eso; ni siquiera te molestes por ello. Simplemente busca su parte positiva, y estarás en la puerta correcta. La mayoría de las personas en el mundo se equivocan porque desde el principio luchan con la puerta de la negación. Pero no hay puerta; solo hay oscuridad, solo hay ausencia.

Y cuanto más luchan, más fracasan, más abatidos y pesimistas se vuelven, y al final deciden que la vida no tiene sentido, que no es más que una tortura. Su error fue que entraron por la puerta equivocada. Así que antes de enfrentarte a un problema, obsérvalo. ¿Es una ausencia de algo? Aunque en realidad todos tus problemas son una ausencia de algo. Por lo tanto, una vez que descubras de qué ausencia se trata, busca lo positivo. En cuanto encuentres lo positivo habrás encontrado la luz, y habrá finalizado la oscuridad. ¿Por qué solo me siento completamente viva cuando estoy enamorada? Me digo a mí misma que debería ser capaz de brillar incluso sin necesidad de otra persona, pero hasta ahora no lo he conseguido.

¿Será que estoy actuando conmigo misma como en Esperando a Godot? Cuando mi última relación terminó, me juré que no iba a caer en el mismo proceso de extenuación, pero aquí estoy de nuevo sintiéndome medio viva, esperando a que “él” llegue. Se sigue necesitando a la otra persona hasta que se alcanza ese punto, hasta que se tiene esa experiencia en que se entra en contacto con el ser más profundo. A menos que uno se conozca a sí mismo, seguirá necesitando a la otra persona: Pero la necesidad de la otra persona es muy paradójica; su naturaleza es paradójica. Cuando estás sola, te sientes aislada, sientes que falta la otra persona; tu vida parece estar solo a medias. Pierde alegría, fluidez, florecimiento; está desnutrida.

Sin embargo, cuando estás con la otra persona, surge un nuevo problema, porque el otro comienza a invadir tu espacio. Empieza a imponerte condiciones, empieza a exigirte cosas, empieza a destruir tu libertad, y eso hace daño. Así que recuerda esto cuando estés con alguien, durante esos escasos días que dura la luna de miel: cuanto más inteligente seas más breve será la luna de miel. Solo la gente sumamente aburrida puede tener relaciones largas; la gente insensible puede tener relaciones para toda la vida. Pero si eres inteligente, si eres sensible, pronto te darás cuenta de qué has hecho.

La otra persona está destruyendo tu libertad, y de repente te darás cuenta de que la necesitas, porque la libertad es algo muy valioso. Entonces decidirás no volver a preocuparte por estar con otra persona. Cuando estás sola vuelves a estar libre, pero te falta algo porque tu soledad no es verdadera soledad, no es más que aislamiento, es un estado negativo. Te olvidas totalmente de tu libertad. Eres libre, pero ¿qué hacer con esa libertad? No hay amor y ambas cosas son necesarias. Hasta ahora la humanidad ha vivido de una forma tan desequilibrada que solo te permite satisfacer una necesidad: puedes optar por ser libre, pero entonces tendrás que abandonar la idea del amor. Eso es lo que han hecho los monjes y monjas de todas las religiones:

Olvídate del amor, eres libre; nadie te obstaculiza, nadie interfiere en lo que haces, nadie te cuestiona, nadie te posee. Pero entonces, su vida se vuelve fría, casi muerta. Puedes ir a cualquier monasterio y observar la vida de los monjes y las monjas; es horrible. Apesta a muerte; no exhala fragancia de vida. No hay danza, ni alegría, ni canción. Han desaparecido todas las canciones, la alegría ha muerto. ¿Cómo van a bailar si están paralizados? ¿Cómo van a danzar si están mutilados? No hay nada por lo que bailar. Sus energías están estancadas, ya no fluyen.

Para que fluyan es necesaria la otra persona; sin la otra persona no hay corriente. Así que la mayor parte de la humanidad se ha decidido por el amor y ha abandonado la idea de libertad. Pero al hacerlo, las personas viven como esclavas. El hombre ha reducido a la mujer a una cosa, a un objeto; y la mujer, por supuesto, ha hecho lo mismo a su manera sutil: ha hecho que todos los maridos sean sumisos. Me contaron la siguiente historia: En Nueva York, un grupo de maridos sumisos se unieron y crearon una asociación para protestar, para luchar. ¡El Movimiento de Liberación del Hombre! o algo parecido.

Evidentemente, eligieron como presidente de la asociación al marido más sumiso. Convocaron la primera reunión, pero el presidente no apareció. Todos estaban preocupados. Fueron inmediatamente a su casa y le preguntaron: “¿Qué ha pasado? ¿Se te había olvidado?”. El contestó: “No, es que mi mujer no me dejar ir. Me ha dicho que como me vaya no vuelve a dejarme entrar en casa. Y no puedo arriesgarme”. El hombre ha convertido a la mujer en una esclava y la mujer ha convertido al hombre en un esclavo. Y, evidentemente, ambos odian la esclavitud, ambos se resisten.

No hacen más que pelearse; a la más mínima excusa empiezan a pelearse. Pero la verdadera lucha se produce en un lugar más profundo; la verdadera lucha radica en que están pidiendo libertad. No pueden decirlo claramente; incluso puede que lo hayan olvidado. Los hombres han vivido así durante miles de años. Han visto que sus padres y sus madres vivían de esa manera, han visto que sus abuelos vivían de esa manera. Así es como vive la mente; lo han aceptado, y su libertad queda abolida. Es como si estuviéramos intentando volar solo con un ala. Algunas personas tienen el ala del amor y otras personas tienen el ala de la libertad, pero ambas son incapaces de volar por separado.

Hacen falta las dos alas. Tú me preguntas: “Por qué solo me siento completamente viva cuando estoy enamorada?”. Es totalmente natural; no tiene nada de malo. Así es como debe ser. El amor es una necesidad natural; es como la comida. Si tienes hambre es lógico que te sientas muy inquieta. Sin amor tu alma está hambrienta; el amor es el alimento del alma. Al igual que el cuerpo necesita comida, agua y aire, el alma necesita amor. Pero el cuerpo también necesita libertad, y lo más raro es que todavía no hemos aceptado este hecho.

Si amas, no es necesario que destruyas tu libertad. Ambas cosas pueden coexistir; no hay antagonismo entre ellas. Nuestra locura es la que ha creado ese antagonismo. De ahí que los monjes piensen que las gentes del mundo están locas, y las gentes del mundo piensen que los monjes están locos; se están perdiendo las alegrías de la vida. Una vez le preguntaron a un sacerdote importante; “¿Qué es el amor?”. El sacerdote contestó; “Una palabra compuesta por dos vocales, dos consonantes y dos tontos”.

Es el reflejo de su condena del amor; todas las religiones han condenado el amor, pero han alabado mucho la libertad. En la India llamamos moksha a la experiencia suprema; significa libertad absoluta. Tú dices: “Me digo a mí misma que debería ser capaz de brillar incluso sin necesidad de otra persona, pero hasta ahora no lo he conseguido”. Seguirá siendo así, no cambiará. Lo que deberías hacer es cambiar tu condicionamiento acerca del amor y la libertad. Ama a la otra persona pero dale total libertad. Ama a la otra persona, pero deja claro desde el principio que no renuncias a tu libertad.

Y si no puedes conseguir que ocurra en esta comunidad, aquí, conmigo, no lo conseguirás en ningún otro lugar. Aquí estamos experimentando muchas cosas; uno de los aspectos de nuestro experimento consiste en hacer que puedan darse a la vez el amor y la libertad, apoyar su coexistencia. Ama a una persona pero no la poseas y no seas poseída. ¡Sigue reclamando la libertad pero no pierdas el amor! No hace falta. No hay una enemistad natural entre la libertad y el amor; es una enemistad creada. Puesto que ha ocurrido así durante siglos, te has acostumbrado; se ha convertido en algo condicionado.
Había un viejo ganadero que casi no tenía voz. Un día, apoyado en una cerca que había al lado del camino del pueblo, contemplaba a una docena de cerdos que pacían en una parcela en medio de un bosque. Cada pocos minutos, los cerdos se escapaban por un agujero de la cerca y cruzaban el camino corriendo para ir a otra pradera; al cabo de poco rato volvían corriendo a la cerca. Un paisano que pasaba por allí le preguntó: “¿Qué les pasa a estos cerdos?”. Con voz baja y quebrada el ganadero respondió: “No les pasa nada.

Estos cerdos son míos y antes de perder la voz los llamaba para darles la comida. Tras quedarme sin voz daba golpecitos en los troncos de esta cerca con mi palo cuando llegaba la hora de darles de comer”. Se paró unos segundos y después, moviendo la cabeza con resignación, añadió: “¡Pero ahora esos estúpidos pájaros carpinteros que están ahí en los árboles los están volviendo locos!”. ¡Estaban condicionados! Eso es lo que le está ocurriendo a la humanidad. Uno de los discípulos de Pavlov, el pionero en el desarrollo de la teoría sobre los reflejos condicionados, intentó experimentar algo en esa misma línea. Compró un cachorro de perro y quiso condicionarlo para que se pusiera sobre las dos patas traseras y ladrara para pedir la comida.

El discípulo ponía la comida del perro fuera de su alcance, ladraba un par de veces, y después la colocaba en el suelo delante de él. La idea era que el perro asociara ponerse sobre las dos patas y ladrar con conseguir la comida, y lo hiciera cuando tuviera hambre. Siguió con el experimento durante una semana, pero el perrito no consiguió aprenderlo. A la semana siguiente, el hombre abandonó y se limitó a poner la comida delante del perro, pero el cachorro no comía. ¡Estaba esperando que su amo se pusiera de pie y ladrara! Ahora era él quien estaba condicionado.

No es más que un condicionamiento, se puede eliminar. Lo único que necesitas es ser un poco más meditativa. La meditación consiste simplemente en el proceso de descondicionamiento de la mente. Sea lo que sea lo que te haya hecho la sociedad, hay que deshacerlo. Cuando ya no estés condicionada serás capaz de ver la belleza que poseen el amor y la libertad juntos; son dos caras de la misma moneda. Si realmente amas a una persona, le darás total libertad; ese es el don del amor. Y cuando hay libertad, el amor responde de una manera increíble. Cuando le das libertad a alguien obsequias con el mayor don que puedas ofrecerle, y entonces el amor te llegará con creces.

Tú me preguntas: “¿Será que estoy actuando conmigo misma como en Esperando a Godot?”. No. “Cuando mi última relación terminó, me juré que no iba a caer en el mismo proceso de extenuación, pero aquí estoy de nuevo sintiéndome medio viva, esperando a que “él” llegue.” Sin embargo, no puedes cambiar solo porque te lo propongas, porque lo hayas decidido. Tienes que entender esto. El amor es una necesidad básica, tan básica como la libertad, así que hay que satisfacer a ambas. La persona que está llena de amor y que además es libre, es el fenómeno más maravilloso del mundo. Y cuando se unen dos personas de tal belleza, su relación no es en absoluto una relación. Es relacionarse. Es constante, como el fluir de un río. Se eleva constantemente hacia cimas más altas.

La máxima cima del amor y la meditación es la experiencia de lo divino. En ella encontrarás un gran amor, un amor absoluto, una libertad absoluta. Siempre tengo miedo de estar solo, porque cuando estoy solo empiezo a preguntarme quién soy. Me parece que si sigo preguntando, quizá descubra que no soy la persona que he creído ser durante los últimos veintiséis años, sino un ser; presente en el momento del nacimiento y quizá incluso antes. Por alguna razón desconocida me da muchísimo miedo. Me parece como una especie de locura, y hace que me pierda a mí mismo en cosas externas para sentirme seguro. ¿Quién soy yo y por qué tengo miedo?

No es tu miedo, es el miedo de todo el mundo. Porque nadie es lo que la existencia tenía reservado para él. Tanto la sociedad, como la cultura, la religión y la educación, han estado conspirando contra los niños inocentes. Tienen todo el poder; el niño se siente indefenso y dependiente. Así que todo lo que intentan hacer con él, lo consiguen. No permiten que el niño crezca para alcanzar su destino natural. Todos sus esfuerzos están enfocados a lograr que los seres humanos estén al servicio de la sociedad. Si se deja que el niño crezca por su cuenta, ¿quién sabe si será útil a los intereses creados? La sociedad no está preparada para aceptar este riesgo.

Coge al niño y lo moldea hasta convertirlo en algo que le hace falta a la sociedad. En cierto sentido, aniquila el alma del niño y le da una falsa identidad, para que nunca eche de menos su alma, su ser. La falsa identidad es un sustitutivo. Pero sustitutivo solo es útil en el seno de la misma multitud que te lo ha dado. En cuanto estás solo, lo falso empieza a derrumbarse y empieza a manifestarse lo auténtico que estaba reprimido. De ahí el miedo a estar solo. Nadie quiere estar solo, todo el mundo quiere formar parte de una multitud, no solo de una multitud sino de muchas multitudes.

Una persona pertenece a una creencia religiosa, a un partido político, a una asociación de montañismo, y hay muchos otros grupos más pequeños a los que pertenecer. Uno quiere tener apoyo veinticuatro horas al día, porque lo falso, sin apoyo, no puede sostenerse. En cuanto uno está solo, empieza a sentir una extraña locura. Si me has hecho esta pregunta es porque durante veintiséis años creías que eras alguien, y después, de repente, en un momento en el que estabas solo, empezaste a sentir que no lo eras. Eso te produce miedo; entonces, ¿quién eres? Después de veintiséis años de represión hará falta un poco de tiempo para que lo real pueda expresarse.

Los místicos han denominado el espacio entre esos dos estados “la noche oscura del alma”; una expresión muy adecuada. Ya no eres el falso, pero tampoco eres todavía el auténtico. Estás a la espera, no sabes quién eres. Particularmente en Occidente y la persona que ha hecho la pregunta es occidental el problema es mucho más complicado, porque nadie ha desarrollado una metodología para descubrir lo auténtico lo antes posible, de tal modo que se pueda acortar la noche oscura del alma. Occidente no sabe nada de meditación. Pero en realidad la meditación no es más que una forma de denominar el hecho de estar solo, en silencio, esperando a que lo real se afirme.

No es un acto, es una relajación silenciosa, porque todo lo que hagas surgirá de tu personalidad falsa. Todo lo que has hecho durante veintiséis años ha surgido de ahí; es una vieja costumbre. Las costumbres tardan en cambiar. En la India hubo un gran místico, Eknath. En una ocasión, iba a emprender una peregrinación sagrada con todos sus discípulos. En un viaje que duraría de tres a seis meses. Un hombre se le acercó, se postró a sus pies, y le dijo: Sé que no soy digno. Tú también lo sabes, todo el mundo lo sabe. Pero sé que tu compasión es mayor que mi indignidad. Por favor, acéptame a mí también como miembro del grupo que va a hacer la peregrinación. Eknath le respondió: Tú eres un ladrón, y no un ladrón común sino un maestro ladrón. Nunca te han cogido, aunque todo el mundo sabe que eres un ladrón.

Sin duda, deseo admitirte, pero también tengo que pensar en las otras cincuenta personas que van conmigo. Tendrás que prometerme una cosa; es lo único que te pido: que durante los tres o seis meses que dure la peregrinación no robarás. Después dependerá de ti. Una vez que regreses a tu casa, quedarás libre de la promesa. Estoy totalmente dispuesto a prometerte eso, y te estoy inmensamente agradecido por tu compasión aceptó el hombre. Las otras cincuenta personas recelaban. Confiar en un ladrón..., pero no podían decirle nada a Eknath, él era el maestro. La peregrinación comenzó y desde la primera noche ya empezaron los problemas.

A la mañana siguiente hubo un gran caos: a uno le faltaba el abrigo, a otro le faltaba la camisa, a otro le había desaparecido el dinero. Todo el mundo gritaba: “¿Dónde está mi dinero?” y le recriminaban a Eknath: “Desde el principio nos preocupó mucho que aceptaras a este hombre. Lleva haciendo lo mismo toda la vida”. Sin embargo, empezaron a buscar y descubrieron que no les habían robado nada. A uno le faltaba el dinero, pero lo encontró en la bolsa de otra persona. A otro le falta el abrigo, pero lo halló en el equipaje de otra persona. Lo encontraron todo, pero era una molestia; todas las mañanas ocurría lo mismo Nadie podía entender qué pasaba. No había duda de que no lo hacía el ladrón, porque no desaparecía nada.

La tercera noche, Eknath se quedó despierto para averiguar qué pasaba. En mitad de la noche, el ladrón víctima de la costumbre se levantó y empezó a coger las cosas de un sitio y a ponerlas en otro. Eknath le paró y le preguntó: ¿Qué estás haciendo? ¿Has olvidado la promesa que hiciste? No, no la he olvidado respondió el ladrón. No estoy robando nada, pero no he prometido que no fuera cambiar las cosas de un sitio a otro. Dentro de seis meses volveré a ser ladrón, así que estoy practicando. Tú tienes que entenderlo, es una costumbre de toda la vida, no puedo abandonarla así como así. Dame un poco de tiempo. También tienes que entenderme a mí.

Durante tres días no he robado nada. ¡Es como ayunar! Esto no es más que un sustitutivo, me estoy distrayendo. Este es mi horario de trabajo, a mitad de la noche, así que me resulta muy difícil quedarme despierto tumbado en la cama. Además, pensar que hay tantos ingenuos durmiendo a mí alrededor y yo sin robar a nadie... Por la mañana encontrarán sus cosas. Eres muy raro le dijo Eknath. Estás viendo que todas las mañanas hay una gran confusión, y que desperdiciamos una o dos horas buscando dónde has puesto las cosas, en qué bolsa aparece lo de otra persona. Todo el mundo tiene que abrir la suya y preguntar a los demás: “¿De quién es esto?”. El ladrón le contestó: Bueno, al menos tienes que permitirme eso.

Veintiséis años de personalidad falsa impuesta por las personas a las que has amado, a las que has respetado. Pero no pretendían intencionadamente hacerte daño; sus intenciones eran buenas, solo que lo hacían sin ninguna conciencia. No eran personas conscientes: tus padres, tus maestros, tus sacerdotes, tus políticos, no eran personas conscientes, eran inconscientes. Sin embargo, hasta las buenas intenciones en manos de una persona inconsciente se vuelven venenosas. Así que cada vez que estás solo, sientes mucho miedo porque comienza a desaparecer lo falso. Aunque lo auténtico necesitará un tiempo para surgir.

Lo perdiste hace veintiséis años. Deberás tener en cuenta que tienes que salvar un espacio de veintiséis años. Sientes miedo al pensar: “Me estoy perdiendo a mí mismo, mis sentidos, mi cordura, mi mente, todo”. Ello se debe a que todo eso forma parte del yo que te han dado. Te da la sensación de que vas a volverte loco. Inmediatamente empiezas a hacer algo solo para estar ocupado. Si no hay otras personas, al menos hay cierta acción. De ese modo lo falso permanece ocupado y no comienza a desaparecer. Por eso a la gente le resulta más difícil durante las vacaciones. Durante cinco días trabajan, esperando poder relajarse el fin de semana.

Pero durante el fin de semana la situación empeora para todo el mundo. La mayoría de los accidentes ocurren durante el fin de semana, hay más personas que se suicidan, más asesinatos, más robos, más violaciones. Es curioso, durante los cinco días en los que esas personas estaban ocupadas no había ningún problema. Sin embargo, de repente, el fin de semana deben elegir: o bien están ocupadas en algo o bien se relajan, pero temen relajarse; desaparece la falsa personalidad. Mantente ocupado, haz cualquier estupidez. Las personas salen a toda prisa hacia la playa, soportando unos atascos de kilómetros. Y si les preguntas hacia dónde se dirigen, contestan: huimos de la multitud”.

¡Pero toda la multitud va con ellos! Van en busca de un lugar solitario, silencioso; todos ellos. Si se hubieran quedado en casa habrían disfrutado de más soledad y más silencio, porque todos los idiotas se han ido en busca de un lugar silencioso. Deben correr como locos, porque dos días pasan muy rápido, ¡tienen que llegar donde sea! Puedes verlo en las playas. Ni siquiera los supermercados están tan llenos. Sin embargo, lo raro es que la gente se siente muy bien tomando el sol. Diez mil personas en una pequeña playa tomando el sol, relajándose. Esa misma persona, si estuviera sola en esa misma playa, no sería capaz de relajarse. Pero sabe que hay miles de personas relajándose a su alrededor.

Las mismas personas que antes estaban en las oficinas, las mismas personas que antes estaban en las calles, las mismas personas que antes estaban en los supermercados, ahora están en la playa. La multitud es esencial para que exista el falso yo. En cuanto estás solo empiezas a ponerte nervioso. Ahí es donde habría que saber un poco de meditación. No te preocupes, porque aquello que puede desaparecer merece la pena que desaparezca. No tiene sentido apegarse a ello; no es tuyo, no eres tú. Tú eres aquello que queda una vez que ha desaparecido lo falso y en su lugar surge el ser nuevo, inocente, impoluto.

Nadie más puede contestar a tu pregunta: “¿Quién soy yo?”. Lo sabrás. Todas las técnicas de meditación constituyen una ayuda para destruir lo falso. No te proporcionan lo real; lo real no es algo que se pueda dar. Aquello que puede ser dado no puede ser real. Lo real ya lo tienes; solo hay que eliminar lo falso. La meditación no es más que tener el valor de estar solo y en silencio. Poco a poco empiezas a sentir una nueva cualidad en tu ser, una nueva viveza, una nueva belleza, una nueva inteligencia, que no has pedido prestada a nadie, que está creciendo en tu interior. Tiene raíces en tu propia existencia. Y si no eres un cobarde, llegará a buen término, florecerá.

Solo puede ser religiosa la persona valiente, valerosa, la persona que tiene agallas. No los que van a misa; esos son unos cobardes. Ni los hindúes, ni los musulmanes, ni los cristianos: todos ellos están en contra de la búsqueda. Forman parte de la misma multitud y están intentando hacer que se consolide más su falsa identidad. Naciste. Viniste al mundo con vida, con conciencia, con gran sensibilidad. Contempla a un niño pequeño. Míralo a los ojos, su frescura. Todo eso ha sido cubierto por una falsa personalidad. No hace falta tener miedo. Solo puedes perder aquello que es necesario perder. Y es bueno que lo pierdas pronto porque cuanto más tiempo permanezca, más fuerte se hará, y uno no sabe nada del mañana.

No mueras antes de lograr tu auténtico ser. Solo son afortunadas las personas que han vivido con un ser auténtico y que han muerto con un ser auténtico; ellas saben que la vida es eterna y que la muerte es una ficción. ¡Así que sal de ahí! Deberías estar siempre atento y si no te sientes feliz en determinada situación, en cierto ambiente, deberías salir de ahí. De lo contrario se convierte en un hábito y poco a poco pierdes sensibilidad. Seguirás siendo infeliz viviendo allí, lo cual únicamente muestra una profunda insensibilidad.

¡No hace falta! Si no te sientes bien en el aislamiento, sal de ahí. Queda con gente, disfruta de la compañía, habla y ríete, pero cuando sientas que estás harto de todo eso, vuelve a aislarte. Acuérdate siempre de juzgarlo todo según tu sentimiento interior de dicha. Si te estás sintiendo dichoso, está bien. Si no te estás sintiendo dichoso, hagas lo que hagas, hay algo que falla en alguna parte. Cuanto más tiempo permanezcas ahí, más se convertirá en algo inconsciente, y te olvidarás completamente de que el sentimiento de infelicidad persiste gracias a tu cooperación. Necesita tu cooperación; no puede existir por sí solo.

Durante su crecimiento, el ser humano necesita pasear de un polo a otro. En ocasiones es bueno estar completamente solo: necesitas tu propio espacio, necesitas olvidarte del mundo, y ser tú mismo. El otro está ausente para que tú no tengas límites a tu alrededor. El otro es el que crea tu límite, de lo contrario eres infinito. Al vivir con otras personas, al vivir en el mundo, en la sociedad, poco a poco empiezas a sentirte confinado, limitado, como si tuvieras muros a tu alrededor. Se convierte en un encarcelamiento sutil, y necesitas salir de ahí. En ocasiones necesitas estar completamente solo para que desaparezcan todos los límites, como si el otro no existiera en absoluto, y todo el universo y todo el cielo existiera solo para ti.

En ese momento de soledad uno se da cuenta por primera vez de qué es lo infinito. Pero si vives ahí demasiado tiempo, poco a poco, lo infinito te aburre, se vuelve insulso. Hay pureza y silencio, pero no hay éxtasis. El éxtasis proviene siempre de la otra persona. Entonces empiezas a sentirte hambriento de amor, y quieres escapar de esta soledad, de ese espacio inmenso. Quieres un lugar acogedor en el que estés rodeado por los demás para poder olvidarte de ti mismo. Esos son los dos polos básicos de la vida: el amor y la meditación. La gente que solo intenta vivir a través del amor y las relaciones, poco a poco se vuelve limitada.

Pierde infinitud y pureza, y se vuelve superficial. Vivir siempre en una relación significa vivir siempre dentro de los límites en los que puedes encontrarte con la otra persona. Así que estás siempre de pie en la puerta; no puedes ir a tu palacio, porque la puerta es el único lugar por donde pasa la otra persona. Por tanto, las personas que solo viven en el amor, poco a poco se vuelven superficiales. Su vida pierde profundidad. Y la gente que solo vive en la meditación se vuelve muy profunda, pero su vida pierde color, pierde su danza extática, la cualidad orgásmica de ser. La auténtica humanidad, la humanidad del futuro, vivirá en ambos polos a la vez, y mi objetivo es compartir este conocimiento.

Todo el mundo debería ser libre de pasar de uno a otro, sin que ninguno de los polos se convirtiera en una cárcel.  No deberías tener miedo del mercado, ni tampoco deberías temer el monasterio. Deberías sentirte libre para ir del mercado al monasterio, y del monasterio al mercado. Esta libertad, esta flexibilidad de movimiento, es lo que yo denomino sannyas. Cuanto mayor sea la oscilación, más rica será tu vida. Te sientes tentado a permanecer únicamente en uno de los polos porque entonces la vida es más simple. Si siempre permaneces con la gente, en la multitud, es simple. La complejidad surge con lo contradictorio, con el polo opuesto.

Si te conviertes en un monje o te vas a vivir al Himalaya, la vida es muy simple. Pero en la vida simple, que no tiene complejidad, se pierde mucha riqueza. La vida debería ser las dos cosas: compleja y simple. Hay que buscar esta armonía constantemente; de lo contrario la vida solo tiene una nota, una única nota. Puedes seguir repitiéndola, pero no podrás crear ninguna armonía con ella. Así que cada vez que sientas que algo se está convirtiendo en un problema, avanza inmediatamente, antes que dejes de darte cuenta. Nunca crees tu hogar en ningún sitio, ni en la relación, ni en la soledad.

Sigue fluyendo sin hogar, y no residas en ningún polo. Disfrútalo, deleítate en él, y cuando termine, pasa al otro: haz que sea algo rítmico. Por el día trabajas y por la noche descansas; así al día siguiente estás preparado nuevamente para trabajar, tras haber recobrado la energía. Imagina un hombre que trabajara día y noche, o que estuviera durmiendo día y noche. ¿Qué vida sería esa? La primera sería una locura; la otra, un coma. Entre las dos hay un equilibrio, una armonía. Trabaja intensamente para poder descansar. Descansa profundamente para que puedas ser capaz de trabajar, de ser más creativo.

Por favor, ¡ayúdame! Mi novio lleva cinco semanas en Goa y durante este tiempo lo he pasado muy bien, disfrutando de libertad e independencia, sin necesidad de enfrentarme a mis celos y a mi posesividad, simplemente, flotando todo el día. Por lo visto volverá pronto y ya me estoy poniendo nerviosa pensando qué estará haciendo, qué pasará, si habrá encontrado a otra chica, etc. ¿A qué se debe este apego a alguien que me crea todas estas sensaciones buenas y muy malas? Realmente no soy una persona meditativa, pero ¿existe alguna posibilidad de superar este apego del corazón y sentirme libre, o la única salida consiste en vivirlo, experimentarlo, sufrirlo y disfrutarlo todo?

Conozco a tu novio: ¡si se fuera a Goa y se quedara allí para siempre nos haría felices a todos! Él es un desafío, así que es normal que te estés poniendo nerviosa. Y no te preocupes de que vaya a tener una relación con otra chica, porque no hay ninguna chica que vaya a tener una relación con él. He pensado en él y creo que tú eres la única que puede manejarlo. Está chiflado pero tú lo amas. Tú no puedes amar a una persona simple. Estáis hechos el uno para el otro; ni tú puedes encontrar otro novio, ni él puede encontrar otra novia. Así que no te preocupes por los deseos de posesión ni nada de eso. Puedes ser completamente no posesiva, porque él seguirá siendo tu novio. ¿Adónde va a ir? Estás en una buena posición, segura, garantizada y asegurada.

En primer lugar, es un milagro que lo encontraras. Cuando me enteré pensé: “¡Dios mío! ¡A ver qué pasa ahora! Esas dos personas juntas van a crear muchísimos problemas”. Pero él todavía sigue apegado a ti, y tú sigues apegada a él. Vuestro amor consiste principalmente en pelearos, y cuando estáis cansados de pelearos, os amáis, pero eso solo ocurre cuando estáis cansados. Él también se estará poniendo nervioso porque tiene que volver. Yo le aconsejé que se fuera unas cuantas semanas. En cuanto recibió mi mensaje “Vete a Goa” se marchó inmediatamente. ¡No esperó ni un día! Debe de haber disfrutado de esas cinco semanas al igual que tú has disfrutado de ellas. Ahora estás nerviosa, y él también estará nervioso porque finalmente esas semanas se están terminando.

Pero, en lo más profundo, también estás contenta de que vuelva, y a él le ocurre lo mismo. Deja que vuelva. Es tu antiguo novio: lo conoces perfectamente, él te conoce perfectamente. Conocéis muy bien todas vuestras peleas, todos vuestros problemas. No hace falta que te pongas nerviosa, porque no va a ocurrir nada nuevo. Es el mismo tipo, así que deja que vuelva y empieza a vivir de la misma manera. Hay que entender algo: uno se merece el novio o la novia que le toca. Nunca te toca un novio o una novia que no merezcas; ese tipo de relaciones duran solo uno o dos días. Pero tu relación tiene ya una historia y dura hasta el final, ¡así que relájate y tómatelo con tranquilidad! Tú te lo mereces a él, y él te merece a ti.

Y una vez que te das cuenta de que os merecéis el uno al otro, no sirve de nada lamentarse, quejarse ni refunfuñar. Tú eres suficientemente fuerte, porque ese chiflado no ha hecho mella en ti. Ha tenido todo tipo de reacciones neuróticas. Pero no sabe que tú eres una psicótica, y los neuróticos y los psicóticos hacen buena pareja. Encajan perfectamente. Una vez le preguntaron a un psicoanalista: “¿Qué diferencia hay entre neurosis y psicosis?” estas dos palabras parecen muy similares, y solo los expertos conocen la diferencia. El contestó: “El psicótico piensa que dos y dos son cinco, y hagas lo que hagas, nunca cambiará de opinión.

Está seguro y mantiene su opinión. El neurótico sabe que dos y dos son cuatro pero se pone muy nervioso pensando: “¿Y por qué serán cuatro?”. Los matrimonios perfectos solo se encuentran en el cielo, pero de vez en cuando también en la tierra. Tu novio y tú sois una combinación perfecta. Déjale que llegue y empezad a maltrataros como de costumbre. Tú estás acostumbrada y bien entrenada, él está acostumbrado y bien entrenado. Cuando tienes una novia nueva te preocupas, nunca sabes qué va a hacer. ¿Hará cosas raras en medio de la noche? Cuando tienes un novio nuevo te preocupas porque no puedes predecir qué tipo de persona va a resultar. Tú en cambio estás segura. Debes relajarte en esta seguridad y dejar que vuelva.


No sé cuál es el problema. Ambos sois totalmente felices en vuestra infelicidad; ¡la gente suele ser totalmente feliz en sus relaciones infelices! Por eso después de cinco semanas de separación te sientes bien. Si la separación fuera más larga empezarías a echarlo de menos. Le he dado el tiempo suficiente para que tú puedas disfrutar de la libertad, y él pueda disfrutar de la libertad, y justo en el momento en el que os empezáis a echar de menos, vuelve. ¡Limítate a esperar! Además, no es una persona peligrosa, no te hará daño. Tiene muy buen corazón, solo que le falta algún tornillo. Pero es mejor tener un novio al que le falte algún tornillo que tener otro que sea un monstruo. Sé que no es una relación ordinaria: los dos sois extraordinarios.
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Acerca de Unknown

Sólo un ciego puede definir fácilmente qué es la luz. Cuando no sabes, eres atrevido. La ignorancia siempre es atrevida; el conocimiento duda. Y cuanto más sabes, más sientes que se disuelve el suelo bajo tus pies.

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